¿Te has dado cuenta de que han cambiado nuestros hábitos digitales en las redes sociales igual que hace unos años? O incluso hace unos pocos meses? Las actualizaciones de la plataforma están a la orden del día. Cada vez que abrimos una red social, algo ha cambiado. A veces es una nueva función, otras un rediseño, o simplemente, el algoritmo ha vuelto a hacer de las suyas. Lo curioso de todo esto es como vemos que las plataformas reaccionan casi en tiempo real al modo en el que las utilizamos.
Hábitos digitales en 2025
Porque en 2025, las redes sociales ya no lideran el cambio: lo persiguen.
Del scroll pasivo al consumo impaciente
El tiempo de retención de una red social ya no es lo que era. Aunque pasamos muchas horas conectados, la atención es fragmentada, saltamos de un contenido a otro sin terminar ninguno. ¿No has estado viendo una serie mientras stalkeabas a un nuevo ligue por IG a la vez?
Cambiamos de vídeo en cuestión de segundos, interrumpimos lo que vemos para abrir otra App, y volvemos atrás como si nada. Esto hace que las plataformas tengan que rediseñar su contenido a un nuevo tipo de hábitos sociales. Vídeos que empiezan en mitad de una acción, textos que se leen de un vistazo, imágenes que no necesitan contexto. Todo está pensado para capturarte antes de que te escapes, para adelantarse a ese dedo que ya va camino del siguiente scroll.
Pero no es solo que no queramos perder tiempo. Es que nuestra relación con el contenido ya no es la misma. Ya no buscamos tanto el entretenimiento como el evadirnos por unos segundos. Es dopamina a demanda.
La hiperpersonalización como nueva norma en redes sociales
El algoritmo nos conoce mejor que nosotros mismos. Y eso, aunque da vértigo, también marca una tendencia clara en cómo funcionan las redes sociales. Al usuario ya no le gusta el contenido genérico, prefiere opciones más personalizadas y que le generen interés.
El usuario ya sabe que el algoritmo hará todo lo posible para que se quede en la plataforma más tiempo, así que el contenido que aparezca debe ser de calidad. Esto obliga a que las plataformas mejoren constantemente su sistema con nuevas actualizaciones pensadas para que al usuario le de la percepción de que el contenido que ve está hecho para él. Pero eso tiene un precio, se limita la posibilidad de descubrir cosas nuevas. Nos volvemos más exigentes, pero también más predecibles.
Ahora bien, una duda, ¿cuántas publicaciones orgánicas os han aparecido en vuestro feed de alguna empresa? ¿Ninguna verdad?
Del “sígueme” al “conecta conmigo”
¿Cuánto hace que no sigues a nadie nuevo? ¿Y a algún personaje público o empresa? El número de seguidores empieza a perder peso frente a la calidad de la comunidad. El usuario de 2025 ya no busca seguir cuentas, al menos no a priori, y si lo hace busca que esas cuentas le aporten algo más. Yo podría mencionarte con los dedos de las manos el total de cuentas de personajes públicos o empresas a las que sigo en mis redes sociales.
Por eso, los creadores con menos alcance, pero con vínculos auténticos tienen más fuerza que nunca y eso las plataformas lo saben. Cada vez vemos más herramientas para fomentar la conversación, los mensajes privados, los lives, o incluso las “comunidades cerradas” dentro de la misma plataforma. Y bueno, no nos podemos olvidar de que el algoritmo hace unos meses cambió para proporcionar un mayor alcance a aquellas cuentas más pequeñas.
La urgencia de innovar (aunque no siempre haga falta)
Con todos estos cambios de comportamiento, las redes sociales entran en una carrera constante por no quedarse atrás. Copian funciones, lanzan versiones beta, rediseñan experiencias… A veces sin tiempo para que el usuario se adapte a la anterior. ¿Visteis lo que hizo Instagram hace unos meses en una de sus versiones beta en las que puso un apartado de “pensamientos” públicos? De todos vuestros seguidores, ¿cuántos lo usan?
La realidad es que en muchos casos el ritmo de actualización supera al de la necesidad real. Pero si una plataforma no se mueve, otra ocupará su espacio. Y así entramos en un ciclo de actualizaciones en el que no deja respirar a nadie, ni a nosotros ni a nuestros clientes.
¿El resultado de todo esto? Usuarios saturados, creadores desorientados y marcas que tienen que reinventar su estrategia cada dos meses o menos.
Pagar o pagar
Está claro que las actualizaciones de algoritmo, privacidad o personalización tienen un objetivo común, llenar los bolsillos de los accionistas de las plataformas. Pero ¿cómo? Si yo, como usuaria, no pago ninguna suscripción… La clave está en que no eres tú quien saca la cartera, son las marcas que te gustan las que lo hacen.
Haz la prueba: abre tu plataforma favorita (en mi caso, IG) y ve al apartado de “Explora”. De todas esas imágenes, carruseles y reels, ¿cuáles son de empresas? ¿Y cuántas están promocionadas? Ahí está el quid de la cuestión. Las marcas están sufriendo más que nadie este cambio constante. Las plataformas no les dan visibilidad, por mucho que apliquen todas las estrategias posibles en redes sociales.
¿Cómo consiguen las empresas aumentar su alcance, ganar seguidores y mejorar la interacción? Pues pagando, como siempre. En redes sociales, ahora más que nunca, hay que pagar para jugar.
¿Y ahora qué?
Todo apunta a que las redes sociales del futuro serán cada vez más intuitivas, reactivas y centradas en la experiencia del usuario individual. Pero también más exigentes y con muchísimas funciones para que la retención del usuario en la plataforma sea aún mayor.
No solo sirve estar presente en redes sociales. Hay que entender de verdad cómo se comporta tu comunidad, qué espera de ti y cómo puedes responder sin perder tu voz.
Y si además eres una empresa o marca personal, toca tener muy claro que la visibilidad orgánica no es suficiente. Y es que, pagar por visibilidad se ha convertido en la norma, no en la excepción.
Sobre todo, hay que aceptar que, en redes sociales, la única constante es el cambio. Y entender por qué cambian los usuarios nos da una pista clave, y es que no se trata de seguir la tendencia, sino de entender la necesidad detrás de ella.
El comportamiento en redes sociales como brújula
En 2025, las redes sociales no evolucionan por si solas. Cambian porque nosotros cambiamos. Porque consumimos diferente, sentimos distinto y nos relacionamos con el contenido de otra forma.
Entender estos cambios de comportamiento no es solo útil para quienes trabajan en marketing o creación de contenido. Es clave para cualquiera que quiera moverse en el mundo digital sin perderse por el camino.
Porque si algo está claro, es que las plataformas seguirán transformándose para sus propios intereses. Y las marcas, como ya vimos, tendrán que pagar si quieren formar parte del juego. La pregunta no es si las redes sociales cambiarán…
La pregunta es: ¿estamos listos para cambiar con ellas?
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